El mobbing es un término que se utiliza para referirse al acoso laboral. Se trata de una conducta abusiva y prolongada en el tiempo por parte de un superior o compañero de trabajo hacia un subordinado, con el objetivo de dañar su integridad moral y física, y provocar su salida de la empresa.
Un tribunal de justicia ha condenado a una empresa por acosar laboralmente a una empleada al impedirle teletrabajar. A continuación les explicamos el caso.
Empresa condenada por acoso laboral por impedirle teletrabajar
El Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de Madrid ha condenado a una empresa por acoso laboral por ignorar las peticiones de una empleada de arreglar los problemas técnicos de su ordenador y su correo electrónico, lo que le impedía trabajar de forma remota.
Los magistrados afirman que la empresa tenía la intención de complicar de sobremanera el trabajo de la empleada y de minar su integridad moral, lo cual se califica como mobbing. Además, consideran que la empresa tenía como objetivo incentivar que la empleada abandonara la organización.
Sentencia especialmente relevante
Esta sentencia es especialmente relevante porque reconoce como acoso laboral comportamientos que no son especialmente graves. A menudo, es difícil que un juez conceda la razón a los trabajadores en casos de acoso laboral a menos que haya elementos muy evidentes, como insultos, humillación pública constante o agresiones físicas. Sin embargo, otras conductas más sutiles, como ignorar los mensajes de un subordinado a menudo no son consideradas como acoso.
Detalles del caso
La empleada era teleoperadora y solicitó el teletrabajo por motivos de conciliación. Le fue concedido, pero no contaba con el equipo necesario para realizar su trabajo de forma remota. No tenía ordenador portátil y su correo electrónico corporativo estaba bloqueado. Cuando pidió que se solucionara esto, sus peticiones fueron ignoradas. Después de varios días, se le citó en una oficina para recoger el equipo informático, pero cuando pidió que se lo enviaran a su casa, no recibió respuesta. Al instalar el equipo, descubrió que necesitaba permisos especiales para conectarse al programa de la empresa, además de una conexión WiFi, cascos con micrófono y una silla de trabajo ergonómica. A pesar de solicitar estos elementos durante varios días, nunca recibió respuesta. Una semana después, recibió una carta de la empresa en la que se le informaba de que debía volver a trabajar de forma presencial y devolver el equipo informático. La empleada denunció a la empresa por acoso laboral y el Tribunal le dio la razón.